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Omar del Valle

MEMORIA Y RESISTENCIA EN LA POESÍA DE CONCEPCIÓN.aporte del Tasys y el Taller Literario Mano de obra




Por Omar del Valle

Rememorar el valor histórico y la trayectoria del “Taller Literario de Trabajadores Mano de Obra” necesariamente implica remitirse a algunos elementos históricos del “Taller de Análisis Sindical y Social” surgido el año 1978 fruto de la iniciativa de dirigentes de base de distintos sindicatos y organizaciones sociales opositoras a la dictadura, quienes después de reunirse en cafés o en lugares clandestinos, lograron generar las condiciones para inaugurar la sede más emblemática y reconocida por los luchadores y luchadoras sociales librepensadores de la época, allí en calle Las Heras 855.

Según cuenta Juan Polizzi, corría el año 1984 y en el mes de agosto fue publicado el primer boletín del Taller Literario de Trabajadores Mano de Obra. Taller que en sus momentos más relevantes -entre fines de los 80 al 2000- logró convocar la participación activa de cantantes, músicos, actores, estudiantes de la universidad de Concepción. Recuerdo inclusive cuando en un momento Myrtha Calderón tuvo contacto y motivó al notable dramaturgo Domingo Robles quien venía del exilio para que dirigiera allí un Taller. Esa compañía de teatro se encargó del montaje de obras maravillosas como “Ánimas de día claro” de Alejandro Sieveking, “El lugar donde mueren los mamíferos” de Jorge Díaz, además de Isabel Desterrada en Isabel de Radrigán que fue representada por Lucy Neira y una obra que no logró ser montada debido al deceso de Domingo en la cual el poeta Samuel Campos debía llevar al escenario “No Oyes ladrar los Perros” de Juan Rulfo. Fue muy impresionante ver como se paraban en los escenarios los compañeros y compañeras dando vida a uno de los momentos más creativos y sorprendentes del taller.


La primera vez que conocí de la existencia de este grupo de trabajadores de la literatura, fue en 1987 cuando escuchaba un programa en Radio Regional al que Marcos Cabal, Samuel Campos y María Rivas Toledo asistieron a difundir el lanzamiento de una revista, presentación que realizarían en la Librería Anarka, que en aquellos años existía. Recuerdo que tímidamente fui con mis poemas, instancia en la que además pude conocer en la librería a otros escritores que andaban allí, entre los cuales si mal no recuerdo estaban Alexis Figueroa, Tomas Harris, Manuel Mazorca y Juan Carlos Mestre que en aquellos años vivía en Concepción.

Terminada la lectura me acerqué a Marcos y Juan y les pregunté qué requisitos había que cumplir para asistir al taller, y procedí a mostrarles unos escritos a mano que tenía en un cuaderno, y así entonces al fragor de interminables conversaciones me fui comprometiendo más profundamente con aquellos indisciplinados escritores que se reunían sábado tras sábado para montar a pelo en el oficio de las letras y echar a volar las añoranzas en forma colectiva.

Estaban entonces Marcos Cabal, Juan Polizzi, Patricio Turra, Flavio Papi, Juvenal Vera - ex Domingo Lunes -, Pedro Rozas, María Rivas, Samuel Campos entre otros, quienes le daban vuelta al sentido profundo del apoyo mutuo y la necesidad de reflexionar sobre la vida y el mundo con pensamiento crítico, para sostenerse aferrados a una utopía política y poética que entonces apostaba por la emancipación de toda la humanidad.


Cabe señalar que tal desvelo por la escritura y la humanidad, llevó a Marcos Cabal a crear una editorial que era pensada, trabajada y sentida, como un bien cultural y un medio para revertir la profunda enajenación reinante además de aportar a la construcción de espacios de disidencia. Marcos si bien no era director del Mano de Obra, porque el despelote del Taller nunca permitió que alguien pueda cumplir tal rol, sí se encargaba de coordinar acciones además de seleccionar y editar los trabajos de quienes asistíamos. Fue así como surgieron aquellos libros alargados que tenían por nombre “Cuadernos de Movilización Literaria”. Libros que son testimonio de un compromiso con la libertad y la lucha contra del neoliberalismo y la mercantilización de nuestras vidas.

Allí los poetas arriesgaron el pellejo y aportaron a la construcción del sueño junto a dirigentes políticos, líderes sociales y artistas que asumían no sólo un compromiso con la literatura sino una apuesta de vida con la emancipación de la clase trabajadora y la transformación social.

No se puede dejar de recordar además que el Taller junto a Marcos, durante un par de años gestionó y llevó a su concreción varias Ferias Nacionales del Libro que se realizaron: una en la Plaza de Concepción y otra en el recinto de lo que fue la FERBIO, en las cuales se pudo compartir con notables escritores que nos visitaron desde Santiago, así como de otras latitudes de Latinoamérica.

En una de las tantas revistas una editorial señala que: “Nuestros sábados son nuestro máximo orgullo, todos juntos de verdad, con apoyo mutuo, de mujeres y hombres, con la emoción pura de los niños, con la hermosa lectura de los duendes y con la alegría en el corazón de que ni el libre mercado ni el dios dinero puedan con nosotros”.


En torno al Mano de Obra surge una producción literaria vital para el flujo de las letras de Concepción. Ha de ser medio centenar de escritores y escritoras los que pasaron por aquellos años, dejando parte importante de su ser allí, entre tales jornadas infinitas. Jornadas tan delirantes como dos maratones poéticas que se realizaron, en las cuales los poetas se dieron a la tarea bellamente desquiciada de estar casi 30 horas ininterrumpidas leyendo poesía.

Tantas las experiencias de vida y amor por el oficio allí latiendo, tan potentemente que aunque la vida me tenga hace mas de 15 años lejos, yo continúo, día a día sintiéndome un Tasyano y un militante y activista más del Mano de Obra de Concepción.

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